Esto no es música, es fútbol. El Mundial. Pero vale lo que dice esa conocida canción uruguaya: cambia, el tiempo cambia. Y también rige lo otro que está estampado en la letra de un tango: "Yo sé que ahora vendrán caras extrañas".
Es decir, el tiempo cambia para Uruguay -y los demás participantes del Mundial, claro- porque con la disputa de los octavos de final se entra a las definiciones mano a mano. Un partido, se gana aunque sea por penales, o afuera: se queda eliminado.
No hay tu tía. No hay término medio. Por ahí, más allá de méritos anteriores e, incluso, de aciertos en esta propia instancia, por aquello de que los goles no se merecen, se hacen, con un acierto, con sentido de oportunismo, si acaso, se sigue de largo. Y, por el contrario, con un error, con un descuido, por mínimo que sea, hay que dar los hurras, hacer las valijas y volverse a casa.
Por otro lado, vienen caras extrañas. Algo que ya forma parte de los códigos no escritos de los mundiales, porque un rival de octavos de final, que surge como consecuencia de lo que rindió y del lugar que ocupó en la tabla de posiciones de su grupo al cabo de la primera fase, no es tan conocido ni ha sido tan estudiado como ninguno de los tres que se enfrentaron antes.
Yendo al grano. Está bien, Óscar Tabárez tiene mucha información -la propia y la que le han aportado- de los coreanos, pero es imposible pensar que los celestes, a través del conocimiento de su entrenador, saben tanto de sus rivales de hoy como antes supieron de los franceses, los sudafricanos y los coreanos.
De ahí, pues, que sea atendible lo que dijo Arévalo Ríos en una entrevista publicada en la edición de Ovación de la pasada jornada: "Tenemos que hablarnos mucho, para estar muy ordenados y que no nos sorprenda nada".
En otras palabras, eso significa que una de las principales dificultades que deberá superar hoy Uruguay para ganar y clasificar a cuartos de final, es eso de que "vendrán caras extrañas". Porque no hay duda de que, aún sin un rendimiento como el que han tenido los celestes en este Mundial, como lo dicen las estadísticas, en el concierto del fútbol internacional están -en líneas generales- un escalón más arriba, por lo menos, que el conjunto asiático.
Buena parte de las posibilidades de Uruguay para seguir de largo pasan, pues, por el lado de que el equipo de Tabárez, sobre todo del mediocampo hacia atrás, "le agarre la mano" a los coreanos.
EL MÁS VELOZ. Y, además, que le tomen el tiempo, porque ahí radica otro aspecto de aquello de que "los tiempos cambian": los rivales de hoy son muchísimo más veloces, aunque inferiores técnicamente, que los tres oponentes que Uruguay tuvo antes; y esa cualidad la hacen sentir tanto en el ataque como también en la marca.
La disyuntiva, entonces, parece clara: Uruguay tiene la posesión de la pelota y lleva al rival a su ritmo no tan vertiginoso, con mayor pausa, o está obligado a subir un cambio, a pasar de cuarta a quinta, para que -como dijo Arévalo Ríos- no lo sorprenda nada y para seguir su marcha triunfal en el Mundial de Sudáfrica.
Si eso otro se logra, como Corea del Sur en defensa ha dejado expuestas ciertas limitaciones -y hasta ingenuidades- es casi seguro que la contundencia de Forlán, Cavani y Suárez, a la que se agrega la potencia de Lugano para el juego de alto en el área contraria, podrán capitalizarlas.
O, acaso, nadie se acuerda del problema que tuvo el equipo asiático para controlar su zona defensiva cada vez que los adversarios le llegaron por arriba.
EL EJEMPLO. Y no hay que ir muy lejos para recordar esta situación, porque en su partido contra Argentina los dos primeros goles llegaron precisamente por esa vía. Es más, el primero apareció por el infortunio porque fue en contra.
O sea, a Uruguay le viene bien tener de enemigo a un equipo que potencialmente -por lo que establece la historia y la actualidad- deportivamente se sitúa un escalón por debajo. Pero que eso no se convierta en una perdida de la identidad ganada en esta Copa del Mundo, donde no son pocos los que están ponderando el esquema defensivo y hasta lo comparan con lo que hizo la Italia campeona del mundo en Alemania 2006.
Vienen caras extrañas y lo mejor que puede pasar es que los celestes no cambien las suyas. Que sigan en la línea expuesta hasta la fecha, que repitan el trabajo solidario y que den el golpe justo para conseguir el triunfo.
Las cifras
1990 Año en el que celestes y asiáticos jugaron su único partido por los mundiales. Uruguay ganó 1-0.
5 Partidos ya llevan jugados Uruguay y Corea del Sur a lo largo de la historia: los celestes ganaron 4.
2-0 Venció Uruguay a Corea del Sur bajo el actual ciclo de Óscar Tabárez. Fue el 24 de marzo de 2007 en Seúl. Goles de Bueno.
3 Goles les lleva anotados Sebastián Abreu a las selecciones de Corea del Sur. Dos en el amistoso de 2002 y uno en 2003.
Defensa
Proteger mucho las bandas. La velocidad de los coreanos puede provocar fisuras en el fondo y para ello es vital que se realicen las coberturas ante las subidas de los laterales.
Medio
Nuevamente es vital el achique de espacios y la presión de Egidio Arévalo Ríos y Diego Pérez. No pueden dejarse sorprender por el contragolpe del rival.
Ataque
Mantener la movilidad que ha mostrado el trío ofensivo. Eso es clave, sobre todo contra una defensa que no se muestra sólida. El juego aéreo es vital.
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